viernes, 16 de octubre de 2009

La felicitación.

No es que fuera algo impensable, pero cuando le llamaron del departamento de personal para informarle de que había recibido una felicitación, pensó que se trataba de una broma. Cuando la insulsa voz de la señorita Guijarro le insistó en que era real, Andy sintió una mezcla de curiosidad e incredulidad, y quiso saber quién la había hecho llegar. "La sobrina de la Señora Mayo" fue la única respuesta, aunque la simpática señorita Guijarro le dijo que, "si tenía tiempo, le dejaría una copia en la cesta de los faxes junto a la máquina de fichar". Antes de dar la gracias, ya sonaba la señal de comunicando por el auricular del telefono.

Y es que las felicitaciones a los repartidores de gas butano enviadas por parte de clientes a las oficinas centrales de la compañía, fuera de ideas calenturientas, no eran ciertamente frecuentes. Lo que Andy no entendió hasta pasados unos días (por el retraso de Elena Guijarro en dejarle la hoja, y por su propia falta de perspicacia) es que dicha felicitación era en realidad una llamada urgente que Andy llevaba años esperando. O mejor dicho, no esperando.

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